Después del calor y las playas del Caribe, nos tuvimos que venir a Santiago para que Antonio asistiera a un cursillo en el que lo habían matriculado. Así que, con todo el dolor de mi corazón, tuvimos que sustituir el bikini y el pareo por la bufanda y el abrigo ya que viajamos hasta las faldas de los Andes en pleno inicio de la primavera santiaguina. Aunque ya sabéis que no soy amiga del frío, tuvimos suerte y el sol brilló casi todo el tiempo, regalándonos preciosos días con temperaturas de 20-25 °C... así que tenemos que admitir que el cambio realmente mereció la pena.
Santiago me recuerda en muchos sentidos a Granada, por lo que moverse por aquí no resulta en absoluto complicado ya que es fácil mezclarse con los chilenos y pasar desapercibido. Está cerca de la montaña, a 600 metros sobre el nivel del mar, como Granada... e incluso el acento es de lo más parecido al granadino... salvando las distancias, claro. Por supuesto, se trata de una ciudad mucho más grande y tiene muchísimas diferencias gastronómicas y organizativas... pero aún así he de decir que aquí nos hemos sentido como en casa.
Seguramente, muchos de vosotros sabréis de la fama y reconocimiento mundial del vino chileno. Nosotros, que no queremos dar nada por hecho hasta probarlo, nos paramos, de camino a Valparaíso, en una bodega para dar buena cuenta de los maridajes propuestos en el restaurante y ver cómo trabajan la vid en estos remotos parajes. Nuestras caras hablan por sí solas de lo a gustito que salimos. Sin comentarios :-P
Valparaíso, puerto pesquero Patrimonio de la Humanidad, no nos dejó ni mucho menos indiferentes. Se trata de una visita obligada debido al sabor bohemio y viajero de la ciudad. No en vano fue elegida por el poeta chileno Pablo Neruda para vivir allí su vejez, aunque por desgracia no llegó a disfrutar de la casa que mandó construir allí, ya que falleció antes de que estuviera terminada. A continuación, algunas instantáneas de esta población:
Casas típicas, cubiertas de chapa para las inclemencias del tiempo y de diferentes colores.
Entrada del funicular más antiguo (1883), en el Cerro Concepción.
Vista de un cerro desde el puerto.
Museo a cielo abierto. Murales de grafiti de aire reivindicativo en las calles.
Panorámica desde otro cerro, cerca de la casa-museo de Pablo Neruda, La Sebastiana.
Balcón mirador desde lo alto de un cerro.
Nuestro hotel, el Palacio Astoreca, merece una mención especial. Un trato exquisito en este hotel que tenía un maravilloso spa del que disfrutamos la noche que llegamos, y animación nocturna con música de piano que invitaba a cantar y compartir con el resto de huéspedes. 100% recomendado para una experiencia de luna de miel :-)
Finalmente, fuimos a dar un paseo a Viña del Mar, donde comimos las típicas machas parmesanas y los locos:
En Santiago también tuvimos tiempo para pasear por el centro y conocer algunas de las distintas comunas que componen el Gran Santiago, que cuentan con su propia municipalidad y gestión privada dentro de la misma ciudad. No se puede decir que Santiago sea una ciudad muy monumental, pero sí que tiene un aire muy familiar y europeo en todas las zonas que visitamos. Sin duda, nos parece que es el país que más se parece a España de todos los que hemos visitado en América Latina... lo cual resulta en cierto como contradictorio porque es el que más lejos está... pero esa es nuestra impresión.
Vista desde el funicular del Cerro San Cristóbal, donde se colocó una virgen con motivo de la proclamación del dogma de la virginidad de la Virgen.
Interior del Mercado Central, donde es típico comer y comprar pescado.
Edificio de Correos en la céntrica Plaza de Armas.
Entrada al Cerro Santa Lucía.
Y eso es todo... esperamos que os haya gustado este pequeño recorrido por estas tres poblaciones de Chile tanto como a nosotros.
¡Ayyy! ¡Qué poquito me queda ya de vacaciones! ¡No quieroooooo! Pero bueno, todo lo bueno tiene que acabar, así es la vida... y no podemos quejarnos. Esta noche volvemos a Panamá con la maleta llena de recuerdos y vivencias y aún no está dicho todo... como fin de fiestas... tachaaaaan!!! Nos vamos el finde a Isla Contadora, en el Pacífico. A ver si somos capaces de recuperar el moreno que hemos ido perdiendo en estas dos semanas en Chile. El lunes, vuelta a la normalidad y al curro pero antes ¡vamos darlo todo en Contadora! Y prometo también una nueva entrada en el blog.
¡Hasta pronto!
Me parece muy bien que les haya recordado su hogar, se les ve muy felices a ambos, muy buenas fotos e historia.
ResponderEliminarSaludos del "profe" (cuide su puntuacion)