lunes, 21 de julio de 2014

Una casita en el Edén: Valle de Antón


Este fin de semana hemos estado en el Jardín del Edén. El nombre de nuestro B&b (Park Eden) no podría ser más adecuado ya que semejante vergel bien merece la comparación... y el de nuestro alojamiento, dado el nombre de este blog, tampoco. Os presento "La Casita", base de nuestra excursión al Valle de Antón y hogar de numerosas aves y plantas e insectos que conviven en total armonía:


Llegar al Valle no resultó fácil, ya que como siempre, y a pesar de llevar navegador, nos perdimos por el camino y llegamos hasta Antón (el pueblo siguiente, a una hora de camino). Pero la espera bien mereció la pena. El Valle de Antón es, como su propio nombre indica, una pedanía en el valle del río Antón, con un gran número de casas de vacaciones, una iglesia y un par de restaurantes. Quien espere un concepto de pueblo parecido al europeo, que no venga... porque no lo encontrará aquí... y esto, a su vez, es parte del encanto de este lugar.

Al llegar nos vimos inmersos en la naturaleza más pura y vibrante: colores, olores, sonidos... decenas de agradables sensaciones que nos unían a nuestro yo más profundo y olvidado. Mientras avanzábamos por el pueblo pudimos ver un armadillo tan campante por la carretera... y al llegar a casa... tres o cuatro colibríes saciaban su sed tras libar las flores de nuestro alrededor en un bebedero sobre nosotros:



Visitamos el Chorro del Macho, una cascada en un paraje muy selvático. Lo pasé mal con los puentes colgantes tipo Indiana Jones pero finalmente superé mis miedos y vértigos y lo conseguí... ¡me siento orgullosa! Antonio propuso hacer tirolina, ya que ofrecían esta actividad, pero podéis imaginar que me negué en rotundo...yo ya había cumplido con los dichosos puentecitos...:


También visitamos unos petroglifos del 300 D. C. y otras cascadas en el camino hacia la cima de la India Dormida... cuando íbamos a medio camino en nuestro ascenso, nos pareció que iba a empezar a llover y además estaba anocheciendo... así que literalmente nos "cagamos de miedo" y bajamos en diez minutos lo que habíamos subido en 40... Y ahí acabó nuestra aventura...


A la izquierda se puede ver el petroglifo. Se supone que es un mapa de la zona dibujado por los nativos hacer 1700 años. Un niño nos hizo una rimbombante explicación, aprendida de memoria probablemente de su profesor y con la voz muy engolada. El chaval se lo curró, así que le pagamos 3$ y se fue más contento que unas pascuas después de hacernos esta inquietante foto. Atentos al halo que hay sobre nuestras cabezas... Los que me conocéis ya sabéis de mis intereses metafísicos y espirituales (ahora viene mi momento Íker Jiménez, ejem...): ¿Será posible que este sea un lugar de poder conservado a través de los siglos y que los espíritus de los antiguos chamanes nos estuvieran vigilando en su bosque milenario? Cuanto menos, sorprendente ¿no? Ahí lo dejo... lo cierto es que el chico nos hizo tres fotos... y en las tres está esa luz extraña sobre nosotros...

Arriba a la derecha, una vista de la zona del Chorro Macho cuando salió el sol.

Bajo estas líneas, un selfie desde el Chorro Macho :-)


 También visitamos un zoo donde lo más reseñable fueron unos tapires y las malas condiciones en las que vimos a algunos de los animales... así que no hicimos muchas fotos. Por último, visitamos unos baños termales en los que nos dieron barro para exfoliarnos la cara:


Esta es la cara que se nos quedó cuando nos dijeron que teníamos que enjuagarnos y meternos en una piscina con agua termal de dudosa salubridad... aun así, fuimos valientes y nos dimos un chapuzón... el agua sabía a hierro y tenía miles de partículas flotando. Estaba MUYcalentita. Luego nos secamos al sol y nos fuimos. Espero que no tengamos que salir en uno de esos programas de Monsters inside me (Monstruos dentro de mí) que echan por la tele... al llegar nos dimos una ducha a conciencia por si acaso. La cara, eso sí, nos quedó muy suavecita.

En cuanto a la comida, luces y sombras. Estuvimos en el mejor lugar en el que hemos comido en Panamá, con mucha diferencia, hasta la fecha: La Casa de Lourdes. La comida estuvo exquisita y las dos copas de vino blanco que nos tomamos también ayudaron a animar la velada, junto con las ranas saltarinas que venían a saludar, ya que estábamos frente a la alberca:



Comimos también en otros dos sitios que no merece la pena mencionar porque bien el servicio, bien la comida, o ambos, estuvieron regular tirando a mal.

Sí os dejo un par de fotos más de los exteriores del hotel:




Próxima parada... México... ¡y es que no paramos!

miércoles, 9 de julio de 2014

Los olores y sabores de Bogotá (Colombia)


Sí, sí... ya sé que muchos de vosotros estabais esperando ya un post sobre Bogotá pero es que cierta persona a la que no quiero nombrar me ha tenido ocupada en otros menesteres... y hasta ahí puedo leer...

Así que ahora sí que sí, llega el post sobre Bogotá y sus intensos sabores, olores y colores.

Bogotá huele a frutas tropicales y a carne de res bien cocinada. Sabe a ajiaco y a hogao... a arequipe, panela y  masato... Y es que Bogotá es un deleite para nuestros sentidos europeos un tanto atrofiados de siempre comer lo mismo.

Lo primero que sorprende de esta tierra al llegar es la amabilidad de sus habitantes, que parecen tener el sincero deseo de que el turista se sienta bien... hasta el punto de quedarse vigilando desde una ventana para asegurarse de que el taxi que has pedido (usando su teléfono) viene a recogerte.

Sin duda, es cierto que hay barrios inseguros y que la delincuencia y la droga son un problema en esta ciudad, así como en toda Colombia, pero si te  mantienes en determinadas zonas y te rodeas de la gente adecuada, la experiencia puede llegar a ser realmente enriquecedora.

Durante nuestra estancia, hemos tenido la oportunidad de probar una serie de frutas tropicales (y permitidme que a esto le dedique un buen párrafo) que no había visto ni probado en toda mi vida: lulo (del que se hacen unos jugos deliciosísimos), uva isabelina (las redonditas negras de la foto de arriba), uchuva, que es el fruto naranja de arriba (creo que nosotros lo usamos para decorar postres, pero los de aquí están deliciosos por sí solos), guanábana, granadilla, fruta de la pasión o maracuyá, brevas, mango... y muchas otras de cuyo nombre no me acuerdo ya. Todas realmente deliciosas... y lo mejor: ¡no engordan!

Decidimos dedicar el fin de semana completo a visitar la ciudad, ya que durante la semana pocas oportunidades habíamos tenido, porque a partir de las 6 de la tarde está todo prácticamente cerrado.

Lo primero que visitamos fue Montserrate... ¿os suena el nombre? pues sí, resulta que es un cerro, al que se puede acceder a pie, en teleférico o en funicular y que tiene arriba un santuario con una Virgen morena, como la de Montserrat y un Cristo. Lo que más nos gustó fueron las vistas panorámicas de la ciudad, ya que desde ahí se podía divisar todo Bogotá (que no es pequeño):


Después fuimos a visitar el centro de la ciudad (barrio de La Candelaria) y varios museos: el de Botero, el de la moneda y el del oro, que nos encantó.


Para quien no lo sepa, Colombia antes estaba unida a Panamá y a otras regiones adyacentes y juntas conformaban el reino de Nueva Granada. El trabajo del virrey y de todos los colonos, tal como nos quedó claro después de visitar el museo de la moneda y el del oro, fue saquear sin tregua a estas gentes, ya que descubrieron que hasta el más pobre de los indianos vestía piezas de oro... y de ahí viene la leyenda de El Dorado.


Para que os hagáis una idea, de esta guisa iban los caciques cuando los españolitos llegamos aquí, con pectorales, narigueras, orejeras... y claro, se nos pusieron los ojos de bolilla. El resto, ya es historia.

En el centro, visitamos la Catedral, el Parlamento, el Palacio Presidencial... y pasamos por la casa donde prendió la revolución que dio lugar a la independencia del Reino de Nueva Granada. La historia me pareció bastante curiosa, así que os la voy a contar:

Resulta que en una casa del centro vivía un comerciante español llamado José González Llorente. Según cuentan, dos criollos iban a tener un invitado muy ilustre y les faltaba un florero donde colocar las flores que adornarían la mesa de la cena. De modo que fueron a casa de Llorente a pedir prestado el florero, sabiendo que él nunca prestaría un florero a unos criollos para agasajar a otro criollo (el comisario real, nacido en Quito). Por eso, una vez se dio la negativa del préstamo del florero de Llorente, los criollos, tal como lo tenían planificado desde el día anterior, utilizaron la ocasión para caldear los ánimos del pueblo en contra de los españoles y, de esta manera, el florero fue la excusa para crear la Reyerta.

Así que desde entonces, cuando un simple acto prende la llama de algo mucho más grande, se dice que ese es "el florero de Llorente". Es decir, la gota que colma el vaso y da inicio a la reacción en cadena.



Por supuesto, hicimos compritas de artesanías y recuerdos, además del delicioso café colombiano... pero de esto no cuento nada más porque si no se pierde el elemento sorpresa cuando lleguemos. Colombia además es una de las principales productoras de esmeraldas del mundo, así que no era una ocasión para desaprovechar ¿no creéis? Espero seguir tan feliz con mis esmeraldas cuando nos pasen el cargo de la tarjeta de crédito... ay...

El domingo fuimos con compañeros bogotanos de Antonio a visitar la Catedral de Sal en Zipaquirá, un pueblecito a las afueras de Bogotá. Saliendo con ellos tuvimos la oportunidad de descubrir más cosas sobre Colombia, como que son grandes productores de flores, especialmente rosas y claveles, que se crían en invernaderos parecidos a los de Almería y que la gente de esta tierra es inmensamente generosa y amistosa...


La Catedral de Sal, como su propio nombre indica, está hecha de sal. Excavada en roca salina a 186 metros de profundidad en unas minas de sal que aún siguen en explotación. Como curiosidad os contaré que tuvieron que cerrar una parte con una puerta porque el Vaticano les llamó la atención ya que ninguna Catedral puede superar la de San Pedro en Roma y esta superaba su tamaño con creces.

Después de la visita, la parte que a mí más me gusta... la de comer, claro. Fuimos a Andrés Carne de Res en Chía, otro pueblecito cerca de Zipaquirá y la verdad, fue toda una experiencia: comida, ambiente, buena gente... no se pudo pedir más:


Andrés Carne de Res es un restaurante que nació en Chía y que ahora tiene sucursales en muchos sitios de la ciudad (sin ir más lejos, nosotros habíamos estado en otro esa misma semana comiendo, Andrés D. C, más urbano). La idea es sencilla a la vez que innovadora. Todo está milimétricamente controlado: los camareros, la comida, la decoracíón, la bebida, la ambientación, la rumba (el baile), la música... para que vivas una experiencia inolvidable. Y la vivimos.

Gracias bogotanos y Bogotá por esta cálida acogida. De seguro volveremos :-)

martes, 1 de julio de 2014

Finde Pacífico, una boda, Bogotá y un nuevo miembro en la familia

¡Hola a todos!

El post de hoy va a ser una mezcla de vivencias y sensaciones ya que así es como me siento ahora mismo... demasiadas cosas han pasado en los últimos cuatro días... así que intentaré resumirlas y contároslas lo mejor que pueda y sepa.

Empecemos por el fin de semana. Nos fuimos a un resort en el Pacífico de esos de pulserita y todo incluido para celebrar nuestro aniversario, que había sido el martes anterior. Lo cierto es que en este caso no podemos quejarnos de los panameños porque en el hotel atendieron a todas nuestras peticiones y nos hicieron sentir realmente bien. Esta es la vista desde nuestra habitación:


Solicité que nos hicieran la reserva en uno de los restaurantes temáticos y lo hicieron diligentemente. Por otra parte, Antonio pidió cava y fresas (sin que yo lo supiera) y nos las encontramos al volver de la piscina. Aquí os dejo una instantánea brindando antes de irnos a cenar:


Y es que ocho años de matrimonio bien valen una celebración por todo lo alto, así que tiramos la casa por la ventana :-)

En ese mismo momento, mi amiga Adeli daba el sí quiero a su ahora marido Antonio... y yo me lo estaba perdiendo... aunque no debería quejarme ¿verdad? Aun así, gracias a las nuevas tecnologías pude ver los momentos estelares de la noche y compartir con mis amigas lo buenos deseos para la pareja... ¡que vivan los novios!
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Ayer mismo llegamos a Bogotá (Colombia). Por ahora, no hemos tenido oportunidad de poner un solo pie fuera del hotel pero la conversación con el transportista que vino a recogernos (nunca se os ocurra usar esta expresión aquí) del aeropuerto dio para mucho. Lo cierto es que la imagen general que tengo hasta ahora de Colombia es algo confusa. Por una parte, el aeropuerto parece algo más organizado que el de Panamá, lo cuál ya puede decirnos algo de la sociedad colombiana. Además, en el hotel la atención es bastante mejor que la panameña y siempre hay alguien dispuesto a ayudarte o a responder a tus preguntas, cosa que no siempre ocurre en nuestro país adoptivo. Por mencionar algo del hotel en el que estamos, os contaré que es un Sheraton 4* pero que no tiene calefacción (aquí por la noche hace frío), por lo que nos trajeron un calentador de aceite, pero al enchufarlo hubo un corto y se fue la luz... así que estuvimos esperando a oscuras que que nos lo arreglaran y nos trajeran otro calefactor (suena cutre, ¿no?). 
Por otra parte, el taxista nos comentó que durante el último partido del mundial, habían muerto ocho personas por disturbios en las calles y eso a pesar de que tienen "ley seca" (no pueden beber en los locales ni en la calle so pena de que los encarcelen). Según nos comentó, la gente sale a la calle y tira maicena y harina a la cara de otras personas y a los coches, lo que provoca el caos total. Él mismo nos dijo que la gente es muy incivilizada, nosotros le respondimos que con el fútbol eso pasa en todas partes... por quitarle hierro al asunto... pero la verdad es que nos asustó bastante. El hombre nos ha recomendado que este viernes nos quedemos en el hotel, ya que juegan Colombia y Brasil... miedito me da... (madres, tranquilas que no tenemos ganas de jugárnosla... el viernes recogiditos en el hotel... ya saldremos el sábado... o no).

Y esto es todo lo que puedo contar de Bogotá por ahora. Espero que podamos ir viendo cositas esta semana y el finde para poder poner fotos y más impresiones pronto.

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Y llegamos al final del post con la parte más entrañable. Hoy ha nacido Laura, la niña de mi prima Irene y su marido Alberto. Esta mañana me desperté con un presentimiento y se cumplió :-). Hemos estado todos atentos al whatsapp para enterarnos de cómo iban las cosas. Ha pesado poco menos de 3 Kg y ha tenido un poco de sufrimiento, por lo que está en la incubadora, pero todo parece ir bien. Mi prima loca de contenta... ¡y no es para menos! Como decimos en Graná, mirad qué primor:


Tus titos Bea y Antonio te deseamos lo mejor en esta vida que apenas comienzas. ¡Un achuchón y un beso cibernético! Esperamos conocerte pronto :-)