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domingo, 22 de junio de 2014
TIP: This is Panama
Si, señores: "esto es Panamá". Esta frase, cuyo profundo sentido apenas somos capaces de vislumbrar en esta hora, nos ha estado acompañando desde el principio de nuestra aventura. En cada momento en que nuestras expectativas se venían abajo con una bofetada de realidad panameña, allí había alguien que nos decía: TIP. Y ahora comenzamos a entender cómo el espíritu de estas personas se ha ido entregando a esta realidad a fuerza de luchar contra ella y no obtener más que un soberano cabreo, similar al que nos cogimos Antonio y yo el pasado sábado por la mañana... pero no me demoro más y comienzo a relatar lo que acaeció:
Uno de los atractivos de los edificios en los que viven los trabajadores de las distintas empresas internacionales afincadas en Costa del Este es el Área Social (AS). Generalmente, se encuentra en la planta superior o baja y puede contar con sala de celebraciones, piscina, área de recreo para niños, sala de juegos para adultos, etc. En nuestro caso, el área social cuenta hasta con dos barbacoas para uso de aquellos residentes que deseen utilizarlas, según rezan los carteles expuestos en distintas zonas de la propiedad. Por ello, decidimos devolverles la invitación a Gemma y Jordi agasajándolos con una barbacoa en nuestra AS el sábado al medio día.
Reservar el AS no es tarea sencilla, ya que estas gentes panameñas parecen haber heredado de nosotros lo peorcito, incluyéndose, entre otras cosas, la burocracia absurda para realizar trámites que se podrían solucionar en un solo plazo. Pues bien, para reservar una barbacoa del AS, resulta que teníamos que hacer un escrito solicitándolo con 72 horas de antelación y, una vez entregado el mismo en el departamento de administración de la finca, debíamos ingresar en el Banco General de Panamá la cantidad de 35 $ en concepto de uso por tres horas y limpieza de la misma. Nosotros, cumplimos meticulosamente con todos los requisitos e hicimos acopio de chorizo, morcilla, hamburguesas y carne en un local que importa comida española, además de preparar nuestro ya famoso salmorejo, que esperábamos hiciera las delicias de los comensales.
Con todo ya dispuesto y preparado para subir a la planta 39 donde íbamos a esperar a nuestros invitados, recibimos una llamada de recepción treinta minutos antes de la hora convenida. Me di cuenta rápidamente de que se trataba de malas noticias por el gesto de Antonio y, lo que me dijo al colgar el intercomunicador confirmó todas mis sospechas... —¡¿Qué no podemos subir porque el AS está reservada para una boda?! —si hubiese sido un dibujo animado, mi cabeza habría echado humo. La chica de recepción nos instaba a contactar con Administración pues ella no podía dejarnos subir sin su consentimiento. Aquello era surrealista. De modo que habíamos reservado con tres días de antelación, habíamos realizado el pago... y sólo 30 minutos antes de que llegaran nuestros invitados nos avisaban de que había un conflicto... y peor aún, nos pedían a nosotros que contactásemos con la administración... cuando el error, a todas luces, era suyo. Antonio intentó contactar sin éxito con la administradora a la vez que avisábamos a nuestros invitados de lo que estaba pasando. Jordi lo daba todo directamente por perdido y estaba empezando a pensar en un plan B para poder al menos, pasar un día de piscina. Yo, sin embargo, me resistía a aceptar como hecho consumado que no iba a poder hacer la barbacoa que había estado esperando toda la semana. Así que cogí el teléfono y llamé a recepción. Era tal el estado de nervios en el que me encontraba que, si digo la verdad, no recuerdo con claridad lo que le dije a la chica. Eso sí, le expliqué que a nosotros la gente de la boda no nos molestaba en absoluto para hacer la barbacoa y que si alguien tenía un problema, no éramos nosotros, por lo que si tenían que pedirnos o informarnos de algo, tendría que ser la propia administradora la que nos llamase y no al revés. De modo que quedamos a la espera de que esta señora se pusiese en contacto con nosotros... pasaban los minutos y no recibíamos ninguna llamada, así que me fui para arriba a ver qué se cocía exactamente en el AS.
Allí arriba pude hablar con la encargada de la decoración y supe que la boda empezaba a las 4 de la tarde y me crucé con un par de chicos de mantenimiento a los que pedí que me abrieran la barbacoa, pues sinceramente.... no veía yo el problema, teniendo en cuenta que para esa hora, nosotros probablemente ya ni siquiera íbamos a estar ahí (en Panamá se come sobre las 12 y se cena sobre las 8). Entre excusas, me acompañaron hasta recepción donde pude verle la cara a la chica con la que había estado hablando minutos antes y a la que le pregunté si había conseguido hablar con Administración... su cara de circunstancias la delató: ¡ni siquiera lo había intentado! Lo intentó (probablemente por primera vez) delante de mí sin éxito y la informé de que nosotros íbamos a hacer nuestra barbacoa. No era nuestro problema que ellos hubiesen cometido un error y si no estaban en posición de subsanarlo dándonos alguna otra opción para cocinar toda la carne que teníamos descongelada esperando ser consumida, símplemente haríamos nuestra barbacoa intentando molestar lo menos posible a la gente de la boda, en caso de coincidir con ellos (cosa poco probable). Por otra parte, le informé de mi descontento sobre lo que parece práctica común a la vista de lo que viene pasando todos los fines de semana. Cada dos por tres encontramos una nota en el ascensor en la que se nos informa de que el área de la piscina está reservada para tal o cual persona, para celebrar lo que se le antoje, con el consiguiente perjuicio para el resto de inquilinos y propietarios, que no pueden subir a disfrutar de la piscina porque a la señora Abigail del 33-D no le apetece tener desconocidos alrededor...Vamos, lo cierto es que terminé de despacharme a gusto pero mis niveles de indignación habían alcanzado ya cotas desconocidas.
La chica se disculpó y dijo que lo entendía... así que subimos, me abrieron el candado de la barbacoa y envié un mensaje triunfal al grupo (al que por cierto, hemos bautizado como TIP, en honor a este y otros sucesos) que me supo a gloria:
Veniros
Solucionado
Me van a abrir la barbacoa
Al ver semejante mensaje, Gemma y Jordi llamaron a Antonio para lograr entender cómo se había obrado semejante milagro. Antonio salió al ascensor a recibirme como la triunfadora que era, con un rictus de incredulidad en su rostro que solo conseguí desdibujar cuando les expliqué todo lo ocurrido.
A partir de ahí, todo fue felicidad. Un agradable día de sol, chorizo, morcilla, baños y risas... la merecida recompensa a nuestro estrés matutino.
No hubo problemas con la boda, con la que no interferimos en ningún momento. Disfrutamos de la comida, la bebida, la compañía, el sol y los juegos. en algún momento apareció la administradora para pedirnos disculpas y agradecernos que nos hubiésemos puesto de acuerdo con los organizadores de la boda (cosa que realmente nunca hicimos).
Aquí os dejo también una instantánea de la causante de nuestros desvelos:
Por suerte, todo tuvo un final feliz. Antonio y Bea 1 - Panamá 0. Jordi y Gemma no daban crédito porque su dilatada experiencia con este tipo de situaciones les obligaba a ponerse siempre en lo peor.
Por suerte, esta batalla la hemos ganado... pero seguiremos atentos porque cualquier otra situación puede estar acechando a la vuelta de la esquina y ya se sabe: THIS IS PANAMA.
lunes, 16 de junio de 2014
Primera visita al mar Caribe: Portobelo
Este domingo 15 de junio el cielo quiso darnos una tregua y salió el sol. La previsión meteorológica ya lo venía avisando, por lo que el plan para hacer nuestra primera incursión en el Caribe ya estaba hecho. Sólo faltaba acordar los detalles con Jordi y Gemma que, junto con sus hijos Olivia, de tres años y Nico, de uno, nos iban a acompañar en esta aventura.
El viaje se hizo largo porque el navegador nos perdió y además todo está bastante mal señalizado y la gente tampoco es que te informe demasiado bien... lo cierto es que al llegar, estábamos rezando para que mereciese la pena porque habíamos hecho a esa familia con dos niños pequeños (¡y otra en camino!) transportarse hasta allí y no queríamos que al final fuese una decepción... así que temblandito estábamos...
La primera impresión, nefasta... aunque fue todo de lo más auténtico. Estuvimos en contacto con el Panamá profundo, que nada tiene que ver con el sitio donde vivimos.
Dimos fácilmente con las barquitas que te llevan hasta las distintas playas y acordamos con los transportistas ad-hoc que nos llevarían hasta una de ellas. Un señor nos guió hasta la casa de su hermana entre gallos y perros atados a ambos lados de un camino minado de cacas y basura para vendernos bebidas y algo de comer mientras él nos buscaba un cooler (nevera de corchopán) para matener la bebida fresquita en la playa ya que allí no había nada de nada... y nosotros que nos habíamos plantado allí en plan dominguero total, ¡menudo chasco!
El paseo en barco fue bastante tranquilo. Nos iban a llevar a Playa Blanca, que dicen que es la más bonita porque la arena es blanca, toda de conchas y coral... pero no se atrevieron porque Gemma está embarazada y teníamos que alejarnos más, así que nos llevaron a una llamada Puerto Francés y estuvimos la mar de a gusto, nunca mejor dicho.
Al llegar a la playa, nuestra desconfianza se disipó tan rápido como el calor una vez nos metimos en el agua cristalina. La verdad es que el sitio tenía mucho encanto y nos agradó bastante. Había hasta un columpio que ocupamos rápidamente y con el que luego nos hicimos algunas fotos:
En la arena pudimos ver cangrejos y ermitaños por todas partes. El niño que sale en la foto, que vino con nosotros en la barca, era experto en cogerlos :-)
A medida que avanzó la mañana, la playa se fue llenando de gente... así que nos dimos cuenta de que los turistas empezaban a llegar más tarde pero nos alegró haber sido madrugadores porque pudimos elegir sitio y hacer fotos muy chulas:
En cuanto nos fuimos, otro grupo se hizo con el columpio ya que era el bien más preciado de la playa, aparte del agua y el sol, que hacía al agua destellear en distintos tonos de verde al reflejarlo, pero que empezaba a ocultarse tras las temidas nubes que se forman por estos lares...
Así que echamos una última mirada a la playa y el verdor que la rodeaba y emprendimos el camino de vuelta hacia los coches. Fue subirnos al coche y caernos el chaparrón... ¡pobres de los franceses que iban de camino en ese momento y de todos los que se quedaron en la playa! Porque llovió fuerte e ininterrumpidamente hasta que llegamos a casa, una hora y media más tarde.
Satisfechos con la experiencia, estamos seguros de que volveremos pronto... a ver si con un poquito de más sol y con bocadillos para poder estar más tiempo y hacer mejores fotos.
jueves, 12 de junio de 2014
El pisito
Piso 34. Cuando me lo dijeron me eché a temblar... ¡con el vértigo que yo tengo! Cada vez que me asomo echo el culete para atrás instintivamente, para asegurarme de que el cuerpo no se me va a ir hacia adelante... ¡¡¡ahaaaah...!!! Las vistas son chulas, pero se ven igual de bien desde dentro del salón. O al menos a mí me lo parece.
El cielo, como véis... encapotado como panza de burra. Son pocos ratos los que sale el sol, aunque el calor es asfixiante porque tenemos un 80% de humedad a 30 ºC. Llueve casi todos los días porque estamos en época de lluvias y la gente aquí está tan acostumbrada que sigue con sus quehaceres aunque les esté cayendo un auténtico chaparrón. Nosotros nos hemos comprado un par de paraguas porque, aunque haga calor, yo no me acostumbro a que me caiga la del pulpo, la verdad.
Pero volvamos al piso. Son 100 m2 distribuidos al más puro estilo americano: "open-concept living room" (esto, si ves "Tu casa a juicio" sabrás lo que es... y si no, pues yo te lo explico: cocina americana, de la de toda la vida), dos dormitorios con baño incluido y un cuarto para la lavadora y la secadora. Os dejo un par de fotos de cuando llegamos:
El cielo, como véis... encapotado como panza de burra. Son pocos ratos los que sale el sol, aunque el calor es asfixiante porque tenemos un 80% de humedad a 30 ºC. Llueve casi todos los días porque estamos en época de lluvias y la gente aquí está tan acostumbrada que sigue con sus quehaceres aunque les esté cayendo un auténtico chaparrón. Nosotros nos hemos comprado un par de paraguas porque, aunque haga calor, yo no me acostumbro a que me caiga la del pulpo, la verdad.
Pero volvamos al piso. Son 100 m2 distribuidos al más puro estilo americano: "open-concept living room" (esto, si ves "Tu casa a juicio" sabrás lo que es... y si no, pues yo te lo explico: cocina americana, de la de toda la vida), dos dormitorios con baño incluido y un cuarto para la lavadora y la secadora. Os dejo un par de fotos de cuando llegamos:
Y luego está la joya de la corona, lo que a mí me gusta más de la casa aún a riesgo de parecer un poco superficial... pero es que me ha hecho mucha ilusión porque nunca había tenido uno: ¡¡¡Damas y caballeros, les presento... EL VESTIDOR!!!:
Y ya se sabe que lo primero que tiene que entrar en una casa cuando te mudas, es el aceite y la sal para que haya siempre prosperidad... así que allá que nos fuimos a comprar al supermercado, lo cual resultó una experiencia tan fascinante como agotadora.
El supermercado de Costa del Este es una mezcla de yanki y español a partes iguales. Encuentras de casi todo lo que se vende en España, pero a un precio más elevado y marcas muy concretas, aunque algo es algo.
Aquí lo de la comida saludable no ha calado mucho todavía y la base de su alimentación son harinas y pastas de todo tipo, junto con zumos hiperedulcorados y muuuuchas galletas y dulces. Esto lo he deducido por las secciones dedicadas a alimentación sana en oposición a las dedicadas a chucherías del propio supermercado. De pescado, hay poca variedad: salmón, corvina, pez de roca y poco más. De carne: res, cerdo y pollo. También encontramos un par de cosas que nos llamaron la atención, dignas de comentar:
¿Qué os parece? Los auténticos mashmallows de las películas americanas de todas las formas, tamaños y colores y el Yoplait de nuestra infancia: ¡¡¡la flor del yogur!!!
Ayer, dando un paseo por la zona, vimos un colegio de niños pijos en el que estaban jugando al fútbol americano... y es que como imaginaréis la influencia aquí de todo lo norteamericano es más que palpable.
Un dato curioso que le contaron a Antonio en la oficina: la gente aquí para decir ¿qué tal? dice: "¿cool o qué?" Menos mal que ya estoy advertida, porque si no, la primera vez que me lo hubiese dicho alguien, mi cara habría sido un poema... ¡jajaja!
Anteayer estuvimos en el gimnasio y la piscina por la noche... un baño muy agradable a la luz de la luna :-). Esta noche vamos a cenar a casa de Jordi. Les llevamos un vinito blanco de Somontano que Antonio encontró en el supermarket... a ver si les gusta porque parece que Jordi es un poco sibarita con los vinos y lo cierto es que nosotros no entendemos demasiado, ya os contaré.
Para el finde ya tenemos planificada la visita del canal y un día de playa en Portobelo, una zona de playas a una hora y media de Ciudad de Panamá, así que la semana que viene habrá nuevo post para enseñaros las fotitos y contaros la experiencia.
Os dejo que la señorita Kelly de Riveside Property está a punto de llegar para hacer inventario. Me dijo que vendría a las 10 y son ya y veinte y no ha aparecido... con calma, no hay prisa :-)
Le hemos dicho que no va bien uno de los aires acondicionados, a ver si lo arreglan para antes de que nos vayamos... Aquí hay que tomárselo todo con muuucha filosofía. Pero bien, vamos aclimatándonos poco a poco a este ritmo de vida y este sol filtrado por nubes interminables.
Espero vuestros comentarios. ¡Abrazos desde Panamá!
lunes, 9 de junio de 2014
Vuela, duerme, come
Habíamos llegado con tiempo para desayunar en el aeropuerto (sí, por una vez en la vida no llegábamos tarde), así que era cuestión de facturar las maletas y pasar el control de seguridad para sentarnos frente a un café calentido y un cruasán de dudosa calidad por el que nos cobrarían un ojo de la cara, pero que saciaría nuestra hambre "seisdelamañanera". Por desgracia, no contábamos con un pequeño inconveniente... la regulación aérea permite un máximo de 32 kg por maleta facturada... y en una de ellas habíamos excedido el límite de peso con creces. Así que, como si de tiempos "Erasmus-Ryanairianos" se tratara, tuvimos que echarnos a un lado y comenzar a recolocar cosas de esta maleta en las otras dos que pretendíamos llevar como equipaje de mano... con el consiguiente cabreo de Antonio, que hasta ese momento no se había pronunciado ni para bien ni para mal sobre mi aportación al contenido de las dichosas maletas: —¡pero qué has metido aquí! Esto no es normal, Beatriz... —amén de otros exabruptos que no voy a incluir en esta publicación. Resumiendo: al final pudimos recolocar el peso y facturar las dos maletas grandes para quedarnos en cabina con las de mano, que habíamos preparado con unas cuantas mudas y cosas de aseo por si se extraviaban las principales. Y no pudimos desayunar.
Llegamos a Madrid y el tiempo fue más que justo para hacer unas llamadas de despedida, tomar un café de aeropuerto y medio bocadillo y embarcar en el avión que nos llevaría a Panamá.
Lo cierto es que era muy moderno, con su pantallita con entretenimiento y películas independiente para cada pasajero y un servicio de lo más atento. A nuestro alrededor se sentaban gringos que volvían a su país a través de Panamá por tener buena conexión, ingenieras e ingenieros de todo tipo y hasta tres amigos granadinos que venían a visitar a un cuarto que estaba trabajando en alguna de las muchas empresas que tienen su sede aquí. Y no eran los únicos granadinos del avión. Parece que uno de los azafatos se percató de que éramos de Granada al oirme hablar y nos regaló dos botellitas de cava "para hacer patria" que nos animaron el trayecto y nos hicieron pensar que, con un comienzo así, nada podría salirnos mal en esta aventura.
Al llegar a Ciudad de Panamá, nos recibió un bofetón de calor y humedad. Nos esperaba el señor Erasmo, que fue nuestro primer contacto con la realidad de este país. Él nos explicó algunos datos sobre la ciudad y sus habitantes y nos dejó en el hotel Westin para descansar, ya que las dos primeras noches, las pasaríamos aquí hasta elegir la vivienda que más nos gustara al comienzo de la semana siguiente.
Azotea del hotel Westin, planta 18, la tarde que llegamos
Al llegar la noche y decidir acostarnos después de luchar por aguantar despiertos el máximo tiempo posible para que el jet lag al día siguiente no fuese tan fuerte, quise leer un rato en el ebook, como de costumbre, y me di cuenta de que me faltaba el maletín de "la computadora". —¡Ay Dios, ay Dios! Hay que avisar al hotel, ¡no podía hacerla limpia...! —las cámaras demostraron que el PC no había llegado a entrar nunca en el hotel, por lo que ahora teníamos que intentar localizar al señor Erasmo. —¿Habrá subido a otros pasajeros y se lo habrán llevado? ¿No es normal que si lo ha encontrado en el asiento trasero llame cuanto antes? ¿Y si buscamos su número en las páginas amarillas? —Nada. Esa noche nos fuimos a la cama con un pellizco en el estómago y con una gran incertidumbre porque no conseguimos solucionar nada. A la mañana siguiente, Antonio le comentó el "percance" a Jordi (su ex-jefe de Barcelona, que ahora es el jefe de la región de centroamérica) y este puso los engranajes en marcha. Al poco supimos que el señor Erasmo había llamado en dos ocasiones al hotel y que en recepción, a pesar de conocer el problema, le habían dicho que no había alojado ningún Antonio Villén en el hotel (parece que lo tenían registrado como Antonio Vilen... y no se les ocurrió pensar que serían la misma persona... ay...). A las 12 de la mañana apareció con una sonrisa de oreja a oreja y "la computadora" colgando de su mano, así que pudimos respirar aliviados e irnos para comenzar la visita del Casco Viejo.
Selfie en la Catedral, Casco Viejo de Panamá
La interacción con los taxistas nos proporcionó información sobre las zonas interesantes para visitar como las ruinas de Panamá Viejo, el carácter del panameño (que parecen ser un poco "malencarados" según los colombianos) y sitios donde comer. El Casco Viejo es bastante agradable y se parece al centro de otras ciudades coloniales que hemos visitado en Cuba.
A la 1 nos cayó un aguacero de padre y muy señor nuestro y tuvimos que guarecernos en un restaurante recomendado por Jordi donde también aprendimos que a la carne vuelta y vuelta se le dice azul (parece venir del inglés) y que luego está medio y tres cuartos... pero a la hora de la verdad, te la traen como les parece a ellos. Y punto.
Paseando por el Casco Viejo antes de la lluvia
Por la noche, salimos a cenar con Jordi y su mujer, Gemma, que nos recogieron en su carro y nos llevaron a un edificio muy lujoso en la jaula de oro que es el barrio de Costa del Este, donde estaremos alojados estos tres meses. Se trata de un barrio para europeos y americanos ricos, del que no es necesario salir para nada pues tienen todos los servicios aquí. Ni que decir tiene que nos gusta y nos llama la atención mucho más la autenticidad del centro... pero también hay que reconocer que hay mucha suciedad y decadencia en algunas zonas, barrios peligrosos y gente que juega un poco con la picaresca... aunque en general esto parece ser bastante seguro.
Jordi y Gemma nos hablaron de que la gastronomía en este país es bastante mala (cosa que ya hemos tenido oportunidad de comprobar en los tres días que llevamos aquí) y que la gente en general va a otro ritmo y no es muy proactiva en el trabajo. Hay zonas muy interesantes que visitar pero nada a menos de tres horas en coche desde aquí. Lo cierto es que parece que la identidad de este país se ha perdido a medida que crecían sus edificios y ahora mismo es un crisol de gente y culturas que está intentando hacerse mayor como un adolescente de movimientos torpes que no controla bien sus pasos y cuya voz aún no está formada cuando pega el estirón.
Un balboa (equivalente en moneda local a 1 $)
Hoy elegiremos nuestra casa e iremos a hacer la compra. Jordi y Gemma se han ofrecido para ayudarnos en todo lo que puedan ahora que tenemos que empezar a asentarnos. Vivir como expatriado en Panamá es más caro que vivir en Barcelona, un café cuesta 4$ (unos 3€). Gemma me ha invitado a ir con ella al mercado de abastos. Sé que es una oportunidad de conocer a gente aquí, ya que va a ir con otras españolas... amén de ser algo realmente auténtico que me apetece ver, pero me temo que no podré porque me toca trabajar a partir de mañana (¡¡¡grrrrr!!!).
Según nos dicen, hay una comunidad online de expatriados a la que nos tienen que invitar y donde se comparte todo lo que se cuece por aquí entre los ciudadanos españoles. También hemos hablado de hacer algunos viajes juntos a República Dominicana o a Bocas de Toro, al norte.
Seguiremos informando. Abrazos desde Panamá.
lunes, 2 de junio de 2014
Despedidas
Venimos agotados. Y lo que nos queda. ¡Qué fin de semana más intenso! Hemos estado en Granada para decir hasta pronto a padres, hermanos, amigos muy queridos, familia Navarrete, familia Hidalgo (véase la foto) y, sobre todo, a nuestro Happy. Se me hace un nudo en la garganta solo de pensarlo... aunque sé que lo dejo en buenas manos y eso, en cierto modo, me conforta. Alguna por ahí dirá que soy muy exagerada y muy peliculera pero es que Happy es parte de nuestra familia de tres... aún no nos hemos ido y ya lo echo en falta.
Irnos a Panamá es una aventura que merece la pena vivir, pero también va a tener sus costes. Y es que, como dice mi madre, "tetas y sopas no caben en la boca".
Estaré tres meses sin mi perro, me perderé la boda de mi amiga Adeli y no podré ver a mi sobrina Laura recién nacida (que ahora mismo está dentro de la barriga de mi prima Irene... la de la derecha, al lado de mi padre).
Aun así, esperamos que la experiencia sea positiva en otros sentidos: vamos a visitar Santiago de Chile, Bogotá, Quito, Buenos Aires... y es que lo de conocer mundo, culturas, pensamientos, creencias, comidas y gente nos encanta. Y en tres mesecillos de nada estamos de vuelta... serán unas vacaciones largas, aunque trabajaremos gran parte del tiempo.
En esta semana que llevo sin escribir se han ido despejando algunas de las incógnitas:
Viviremos en un rascacielos de muchas plantas en Ciudad de Panamá (¡me da vértigo solo de pensarlo!) en una zona que se llama Costa del Este. Se trata de una especie de apartahotel en el que tenemos el desayuno incluido (mmmm.... desayunoooo).
Los billetes de avión ya están emitidos y viajaremos vía Madrid hasta Ciudad de Panamá. Saldremos de Madrid a las 10:15 y llegaremos a las 15:40... ¡¡¡sólo 5 horas de viaje!!! ...pues no. Va a ser que no... en Panamá tendremos 7 horas de diferencia con España y el vuelo tardará casi 11 horas.
Tendremos coche allí y viviremos cerca de Jordi, el exjefe de Antonio en Barcelona, así que no estaremos solos del todo.
La idea es poder irme con Antonio todo lo que pueda para ver durante las tardes y los fines de semana los países a lo que le toque ir por trabajo.
¿Qué os parece el plan?
Pues ahora sí que sí, parece que esto está en marcha... la próxima entrada será desde nuestra base panameña.
Mientras tanto, podéis imaginar el nivel de estrés que nos espera esta semana para no olvidar nada y organizarnos... sobre todo, teniendo en cuenta que Antonio se va a Bélgica jueves y viernes (sí, muy oportuno...grrrr! pero bueno, en su línea).
¡Hasta pronto a todos!
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